Advertencia: Esta columna no le gustará a tu tía la panista.
“Yo no soy homofóbico, pero…” es una frase con la que se suele iniciar cualquier comentario homofóbico. Esta frasecita suele ilustrar bastante bien la postura de varios mexicanos que todavía no entienden que no entienden, y vamos a escucharla los próximos días, ya que el matrimonio igualitario (o sea entre personas del mismo setso) ya es absolutamente legal en todo México.
Contexto: Tamaulipas acaba de aprobar el matrimonio igualitario; este era el único estado que faltaba por aprobar esta unión cívica entre personas del mismo sexo/género/orientación/identidad/sabor/color o cualquier otra palabra que confunda a tus tíos los boomers. Mira, para que entiendas fácil: Ahora todos los mexicanos se pueden casar con quien se le antoje, mientras sean mayores de edad, claro; hago esa aclaración porque ya me he topado con cadenitas de WhatsApp que aseguran que AMLO, el socialista liberprogrecastrochavistamozimista, quiere obligarnos a casarnos con niños, animales y extraterrestres en rituales neopaganos ateos crudiveganos y todas esas teorías conspiranoicas de las que a tus tías conservadoras les encanta platicar en la cena navideña para crear tensiones.
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